Cuando no se puede ganar, no hay que perder. La frase está tatuada en
el pecho de Julio César Falcioni y el entrenador de Boca sabe como
hacerla cumplir. En la Bombonera, el local enfrentaba a Vélez, nada
menos. Con el partido del jueves en la mira por la ida de los cuartos de final de la Copa Libertadores
Fluminense y Santos son los rivales de los equipos argentinos- tanto
Falcioni como Gareca alinearon un "mix" con titulares y suplentes.
Prometían mucho y ofrecieron poco. Al final fue 0-0 porque Boca prefirió cuidar su arco cuando quedó con un hombre menos y porque Vélez no se animó a ganar.
Jugaron
un pobre partido. En el primer tiempo abundaron las fricciones, la
pierna fuerte y las imprecisiones. Más allá de algún que otro centro,
casi no existieron situaciones de riesgo contra los arcos de Agustín
Orion y Marcelo Barovero.
El capitán de Boca, Juan Román Riquelme,
decidió arriesgar su físico a pesar de la seguidilla de partidos y que
la prioridad para Boca es la Libertadores. Fue el más claro de la
cancha, pero entró poco en juego, estuvo bien contenido por Canteros,
Zapata y Augusto Fernández y no pudo romper el partido con alguna de sus
pinceladas.
Después de correr y meter durante 40 minutos en la
mitad de la cancha, el partido tomó un giro: Roncaglia se tiró con los
dos pies para adelante contra Federico Insúa y Patricio Loustau no dudó en mostrarle la roja directa.
Otra vez (como ante Arsenal por la Copa y Colón por el Clausura) Boca
quedaba con un hombre menos en la Bombonera. Reordenó las piezas
Falcioni: Clemente a la derecha, Sánchez Miño como lateral; Mouche de
volante izquierdo y Román más arriba.
Para el arranque del segundo
tiempo se esperaban los cambios de Gareca (le quedaban dos porque Tobio
se había retirado lesionado en lugar de Peruzzi), pero el Tigre
esperó. Esperó porque Vélez había empezado mejor, porque Boca le cedía
la pelota y el terreno para jugar decididamente de contraataque. Sin
embargo, ni Obolo ni David Ramírez se conectaron el Pocho Insúa y Vélez pereció en cada avance ante la solidez de Schiavi y Caruzzo.
A los 14, ingresó Juan Manuel Martínez (por Ramírez), pero el cambio no le dio sorpresa ni velocidad al ataque de Vélez. Enseguida Falcioni puso a Franco Sosa por Cvitanich.
Y Clemente volvió al lateral izquierdo, Sánchez Miño relevó a Mouche
que volvió a su posición natural y Riquelme se paró como nueve. Para él
llovían los pelotazos de Orion. Román intentaba aguantar la pelota,
generar una falta o meter un pase preciso para los piques de Clemente
Rodríguez o Mouche. Vélez perdió la pelota y las ambiciones.
Se
quedó sin combustible el equipo de Liniers (o preservó el tanque de
reserva pensando en la Copa), Boca hizo su juego y equilibró el partido
aunque estuvo lejos de ganarlo. Se conformaron con el empate, como un
acuerdo tácito en el campo de juego y en el juego. A Boca no le
disgustó, aunque perdió la punta y ahora es escolta a dos puntos de
Newell's. Los reproches fueron para Vélez, que no quiso hacer el gasto,
no supo quebrar a un rival herido y cansado, y quedó a cinco puntos de
la cima. Esta tarde se guardaron algunas fichas: el jueves, por la Copa,
ambos apostarán fuerte ante los brasileños.
Fuente: Clarin.com
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