River y Quilmes empataron sin goles en el Monumental, en un partio del que mucho se habló durante la semana y del que mucho se hablará.
Es que más allá de que fue el local el claro merecedor de la victoria, Ricardo Caruso Lombardi volvió a hacer de las suyas y se cruzó feo con Matías Almeyda.
Luego de una previa que incluyó incidentes en la autopista La Plata y algunos problemas de los hinchas de River en los ingresos al Monumental, el partido más esperado 23° fecha de la B Nacional, con el pitazo de Pablo Lunati, tuvo su inicio.
El arranque del partido fue parejo, tanto, que en los primeros 25 minutos los arqueros, Vega y Trípodi, no debieron esforzarse. En River insinuaba que tendría una tarde de corridas picantes su volante izquierdo, el juvenil Lucas Ocampos, que un par de veces había logrado llegar al fondo por su banda, aunque sus centros no encontraron destinatario.
Recién a los 39 se pudo ver en el Monumental la primera jugada de verdadero riesgo, que fue para Quilmes, cuando un tiro libre en forma de centro desde la izquierda de Garnier fue peinado primero por Serrano y luego por Caneo, que hizo que la pelota saliera cerca del poste izquierdo del arquero local.
Minutos antes, Carlos Arano debió abandonar la cancha lesionado, dejando su lugar a Leandro González Pirez.
Cuando morían los primeros 45 tuvo una buena el local, luego de que el Chori Domínguez, con el área grande de frente, se sacara de encima con un lindo enganche a Leandro Díaz, pero su disparo cruzado fue bien tapado abajo por Trípodi, que pudo tirar la pelota al tiro de esquina.
Otro River pareció salir a jugar el complemento. Con un ataque más ágil, con buena circulación y fluidez en el manejo de la pelota, los de Almeyda metían a los de Caruso Lombardi en el área. Si bien había algún exceso en Ocampos, Domínguez o Cavenaghi en hacer algún chiche demás y no buscar el arco, los locales buscaban y ya merecían la ventaja.
Así fue que a los 8, de volea, Leonardo Ponzio hizo temblar el arco de Trípodi cuando con un bombazo de volea sacudió el palo derecho del 1 visitante.
A los 18, cuando Quilmes había logrado salir un podo del asedio y David Trezeguet ya había ingresado por Cirigliano, Caruso Lombardi, para sorpresa de muchos, puso en cancha a Cauteruccio (delantero) por Mandarino (volante).
Casi grita el primero Trezeguet, cuando recibió la pelota en la media luna, pero cuando se disponía a patear barrió providencialmente Corvalán para sacar la pelota al tiro de esquina.
Sobre los 27, luego de que el Chori Domínguez cayera en el área de Quilmes y Lunati no sancionara penal, Caruso Lombardi reclamó la amarilla porque creía que el ex Valencia había simulado, lo que lo llevó a cruzarse con Almeyda, a quien burló haciendo gestos de acomodarse el pelo detrás de la oreja mientras le gritaba "puto". De ahí en más, el partido se volvió electrizante, ya que el juego, pese a no ser del todo claro, no se detenía en el medio campo.
Increíblemente lo perdió Cavenaghi tras un rebote luego de un córner, cuando desde –prácticamente- dentro del área chica, elevó su tiro por arriba del travesaño. Quilmes, en ataque, apostaba a la velocidad y a la frescura de Cauteruccio y a la lucidez de Caneo.
El gol de River casi llega a los 37, cuando luego de una buena circulación de pases, Domínguez, con la defensa hundida, soltó un tremendo derechazo que salió pegado al poste izquierdo de un vencido Trípodi.
Nuevamente el Chori volvió a buscar el arco, a dos de que se cumplan los 90, pero su zurdazo, carente de fuerza, no mosqueó al arquero visitante.
Si bien sobre el final Quilmes esbozó algún ataque, el empate era un anillo en el dedo de los jugadores del club presidido por Aníbal Fernández.
River, para saber si seguirá puntero cuando concluya la jornada 23°, deberá aguardar en el partido más atractivo del sábado entre Instituto y rosario Central que los cordobeses no se impongan, ya que de hacerlo, lo superará en la tabla por dos unidades.
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