El cadáver fue encontrado ayer a las 7 de la mañana en Humahuaca
La víctima (43) trabajaba en una escuela de La Quiaca. Su cuerpo ensangrentado yacía en una calle cerca de un hotel.
En el amanecer humahuaqueño, el cuerpo de Martín Hugo Garnica,
docente de 43 años, yacía acuchillado en una de las calles laterales del
Hotel de Turismo. Tenía una herida en la espalda y otra en pulmón, y su
cuerpo yacía sobre una campera de mujer. Hasta el último viernes
trabajaba en la escuela Hipólito Irigoyen, de La Quiaca. Originario de
Ocumazo, Garnica pasaba los fines de semana en la ciudad de Humahuaca.
Uno de sus recorridos posibles fue el que pudimos armar siguiendo
algunos testimonios. Por la tarde pasó por su casa, a ciento cincuenta
metros de donde fuera hallado en la mañana siguiente, para hablar con el
albañil que había contratado para una reforma.
Eran las 18 y prometió regresar. No lo hizo y fue a beber con unos amigos.
Lo vieron en uno de los tres boliches que, a pesar de la veda, todo
Humahuaca sabe que funcionó en la noche del viernes al sábado. Ya
terminando la noche, dicen haberlo visto en la terminal. Varias voces
nos comentaron que a esas horas, en esos lugares, Humahuaca ya no es un
lugar muy seguro, pero esos datos cabalgan sobre el lomo de la
hipótesis.
Hay gotas de sangre desde la plaza, en la esquina trasera a la terminal
frente a la escuela Normal. Si fueran de Martín Hugo Garnica, de allí
quiso ir, o lo quisieron llevar, hasta su casa. En una esquina, tras el
hotel de Turismo en la calle que sube desde la terminal de ómnibus, pudo
o pudieron haber doblado hacia la derecha con destino al hospital.
Las gotas de sangre, la casa de la víctima y su cuerpo nos indican que fue en el sentido contrario.
Algo debe haber pasado en la otra esquina, ya a cincuenta metros de su
domicilio. Hay testigos que dicen que estaba acompañado por una mujer,
que podría ser la dueña de la campera que estaba bajo su cuerpo.
En vez de seguir, bajó, o bajaron, una larga escalinata hasta donde
fuera encontrado su cuerpo, ya sin vida. Su billetera, nos cuentan,
estaba puesta sobre la puerta de entrada de la radio Municipal, que
tiene su cabina de transmisión en el hotel, a una veintena de metros del
final del recorrido.
Fuente El Tribuno
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