Por Miguel Escalante
"Se me fue la mano doña Victoria, se me fue la mano, perdonemé,así me recibió mi nuera apenas me bajé del colectivo que me trajo de Fraile Pintado, horas después de enterarme de que mi hijo agonizaba en el hospital San Bernardo", dijo ayer Victoria Cárdena, madre de un joven albañil asesinado a golpes de puño y puntapiés por su propia esposa.
Victoria aseguró ayer en su domicilio de Villa Los Álamos, en Cerrillos, que no creyó en lo que le decía su nuera Nancy Graciela Quispe, hasta que llegó al hospital San Bernardo en la mañana del martes.
"Estuve toda la mañana sin poder verlo hasta que a las 19 pude pasar. Lo encontré completamente entubado, no hablaba ya, pero yo le dije acariciándolo "qué te han hecho, hijo' y entonces vi que de sus ojos se derramaba una lágrima. Fue terrible, salí casi de inmediato pues solo me dieron ese minuto para el adiós", relató.
"Me corría en la sangre una inquina desconocida, una sensación extraña y extrema que solo una madre a quien despojan de su hijo puede sentir. No es odio, no es bronca, es el dolor de una herida que se sabe no tiene cura. Me sentí apuñalada, sangrante y a la vez piadosa de mis palabras".
"Me dirigí a esa mujer, que estaba allí, en la puerta de la terapia intensiva, como si nada, como esperando el final para dos personas, mi hijo y yo. Me quedé helada al ver su frialdad y le dije, porque se lo dije como usted va a escuchar", relató Victoria con claro acento cerreño: "¿Qué le hiciste a mi hijo, qué le hiciste? Fue durísimo el cómo se lo dije, porque cada palabra me extrajo lágrimas amargas, lágrimas que solo la muerte puede sacar del corazón de una mamá. Me contestó: "Perdonemé doña Victoria, se me fue la mano, yo le pegué, le pegué primero con las manos y no se defendía, me decía ya está, ya está, no me pegués más y eso me dio más rabia y lo tiré al piso y no se defendía, solo se atajaba los golpes a la cara. Después le seguí pegando pero patadas en el torso y en el estómago hasta que se desvaneció', así me contó, con toda frialdad. No, no puedo creerlo y yo escuchándola, sosteniendo el aliento para no reaccionar, esperando el milagro en la puerta de terapia intensiva".
La mamá relató que estuvo junto a la mujer que asesinó a su hijo durante horas hasta que en esa misma noche una doctora le informó que Nelson Olarte no tenía ya retorno, al menos para la ciencia médica.
La mamá denunciante aseguró que aún con ese panorama conservaba la fe intacta en la recuperación de su hijo, pero no pudo más y nuevamente se dirigió a su nuera y le advirtió: "Si mi hijo muere, vas pagar con cárcel lo que hiciste, porque cuando él te golpeó por falopera y liviana lo enviaste a prisión y lo obligaste a firmar un acta de no violencia bajo pena de exclusión de hogar, o sea de su propia casa, porque vivían en mi casa, quiero decir en la casa que yo -su suegra- les dejé para que no estuvieran alquilando junto a mis tres nietos, porque tuvieron tres hijos".
"Así es señor, usted puede preguntar por toda Villa Los Álamos cómo crié a mis nueve hijos, trabajando. Todos ellos, los nueve, viven de su trabajo, nunca robaron, nunca señor. Mi hijo, en un rapto de locura se enamoró de esta mujer de la calle, adicta, y la enderezó en parte, pero ya ve... a precio de su vida", dijo resignada.
"A él sí lo llevaron preso por un reclamo violento, para él sí hubo justicia de inmediato y calabozo. Para ella, confesa criminal, tuvo que morir para que recién la Justicia se dé cuenta que se trató de un homicidio alevoso. Crimen que se produjo contra un hombre atado de manos y pies por la misma Justicia. No quiso defenderse para no ir preso y soportó una lluvia de patadas en la sala de la casa, primero, y en el dormitorio no sé que pasó después. Estoy demolida, se me fue un hijo y no cualquier hijo. Se me fue el más querido y esa es una puñalada imperdonable, Esta tarde, hasta el cielo lloro por él", reflexionó en llanto la mamá Victoria, de Fraile Pintado.
Otro testimonio
En la dolida Villa Los Álamos, Yanet Olarte, hermana del malogrado joven, relató las horas posteriores a la agresión mortal y la desidia criminal de su cuñada: "Toda la madrugada del domingo se quejó de dolor, el lunes como pudo se fue al hospital de Cerrillos donde solo le dieron un ibuprofreno. Horas después lo tuve que llevar a la salita de Los Álamos, allí de solo verlo llamaron a la ambulancia que lo condujo al San Bernardo, donde murió poco después de ser operado. Siempre le pegaba, siempre lo provocaba, ahora lo mató".
Fuente El Tribuno de Salta.
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