Con un nudo en el estómago. Ese nudo que aprieta y no deja respirar. Que pone los pelos de punta. En el Bajo Flores el clásico entre San Lorenzo y Boca era una parada difícil para ambos. Vital para el local, como lo es cada partido en este Clausura que tira y afloja la soga.
Clave para el visitante, ante la oportunidad de quedar como líder. Y San Lorenzo jugó con su desesperación y Boca con su solvencia. Y en el juego del miedo, hubo un dominatriz y un dominado.
San Lorenzo chocó nada menos que con Boca, que llegaba con un invicto de 35 partidos oficiales –que se extendió a 36-. Falcioni aprovechó la habilitación de Santiago Silva y prescindió de Juan Román Riquelme, hasta esos lujos se da el último campeón. Un 4-3-1-2 aceitado, bien masticado, y bien a lo Boca: mucha marca, orden y oportunismo para aprovechar las pelotas paradas a favor. Con eso y fuerza de choque en la potencia de Silva en el ataque, el visitante inquietó mucho más que el local. Y terminó redondeando un 2-0 inobjetable.
Nereo Champagne otra vez se puso la pilcha de salvador. A los 10 le ahogó el grito al uruguayo Silva, que tras una jugada preparada tras un tiro libre sobre la izquierda, metió el cabezazo de pique al suelo. El arquero reaccionó a puro reflejo y evitó el gol con un manotazo casi sobre la línea. Y se repuso para tapar –con ayuda del palo- el rebote también.
San Lorenzo entró en el juego de Boca, y aumentó su nerviosismo. Bottinelli peleaba con Cvitanich (salió a los 35 por Mouche, con una molestia en el aductor izquierdo), Ortigoza con Somoza. Se discutía mucho, se forcejeaba otro tanto y se jugaba poco en el primer tiempo.
Con otra pelota parada, Boca casi grita el primero. Tras un tiro de esquina desde la derecha, Silva devolvió la pelota al área e Insaurralde, sin marca, falló en la definición con su pierna derecha. El Ciclón apenas contó con un tiro libre de Salgueiro (vio la amarilla Caruzzo) que despejó Orion, a los 25. Poquito para el Ciclón, que manejó poco la pelota y cuando la tuvo la administró con dificultades.
En el inicio del complemento, San Lorenzo salió con otra actitud. Manejó la pelota en los primeros diez minutos. A los 8, generó una buena situación de gol que Bueno definió mal, por encima del travesaño. Pero tras una buena jugada asociada, que se inición en los pies de Bottinelli en el fondo, pasó por Ortigoza, Bueno y Chávez.
Y cuando parecía que San Lorenzo se acomodaba en el partido, Boca le dio el golpe. Y fue de nocaut. Porque Boca es peso pesado noqueador. A los 13, el pibe Sánchez Miño recibió de Ledesma, que anticipó siempre en la mitad de la cancha y fue el complemento perfecto de Somoza. Silva le picó por atrás a Sánchez Miño y distrajo a la defensa. El zurdo calibró y sacó el disparo cruzado, contra el palo, y clavó el 1-0. Partido liquidado.
Boca, que consiguió dejar su arco en cero por cuarto partido consecutivo, cerró sus filas y se apoyó en la seguridad de Orion para descolgar cada centro. Madelón, tras el gol, intentó enseguida darle un cachetazo al equipo con los ingresos de Romagnoli y Méndez primero, y de Nahuel Benítez después (salieron Bazán, Chávez y Palomino). Pero el triunfo de Boca nunca estuvo en peligro. Apenas un tiro libre de Méndez y un cabezazo desviado de Bueno encendieron las alarmas. Y sobre el final, en una contra marca registrada de este Boca de Falcioni, la visita cerró el partido. Rivero por derecha, Silva distrae en el primer palo y se pasan todos. Mouche por izquierda, hace revolcar a Champagne y define de derecha para el 2-0. Sólo hubo tiempo para las expulsiones de Méndez, y de Bueno e Insaurralde que se trenzaron sobre el cierre. Boca alcanzó la punta (la comparte con Tigre), y mantuvo sus dos invictos: no pierde desde hace 36 partidos y todavía no le convirtieron en el Clausura.
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